Tarde aburrida [Bella][+18]

Era genial estar de nuevo en Hogwarts. El verano se me había hecho prácticamente eterno. Aunque no quisiera reconocerlo del todo, Hogwarts era para mí uno de los pocos sitios donde me sentía realmente a gusto. Aunque fuera de allí ya tenía prácticamente mi futuro decidido, quería aprovechar mi último año allí al máximo.
Pero al parecer, la tierra parecía haberse tragado a mis amigos. Estuve buscando un rato a Lucius y a Reg, pero no los encontré. Una lástima, me apetecía molestar a los nuevos alumnos de primero, intimidarles un poco para que supieran quienes eran los que mandaban.

Finalmente salí del castillo y me dirigí al Lago. No era muy amigo de la soledad, ya que me gustaba estar allí donde hubiera bullicio. Sin embargo, pensar un rato no me iría nada mal. Cuando llegué a mi sitio favorito del lago encontré que estaban ya allí unos alumnos de Hufflepuff. Estúpidos... Los fulminé con la mirada y sin titubeos les dije que se fueran. Al parecer eran más listos que el resto de su casa, ya que se largaron bastante intimidados y sin oponer resistencia. Sonreí ampliamente con malicia y me dispusé a relajarme un rato.

Hacía poco que el curso había comenzado, mi último curso. Cuando éste acabara mi vida cambiaría por completo. Dejaría de ser Bellatrix Black para convertirme en Bellatrix Lestrange, casada... ¿yo? Aun no me hacía a la idea, no estaba segura de si sería capaz de afrontar lo que un matrimonio acarrea. De todas formas la sangre Black nunca dejaría de correr por mis venas, y siempre sería respetada y temida, por Merlín que lo sería! Jamás me doblegaría ante nadie. De todas formas lo que me pasó con Sirius el verano pasado me había hecho confundirme demasiado y eso daba lugar a que mi futuro se tambaleara terriblemente. ¿Qué haría si mi familia lo descubría? Nunca me perdonaría ser una traidora, como lo es mi primo.

Las clases habían acabado y aproveché para salir un rato a tomar el aire. Había dejado a Sarah en la Sala Común, excusándome con que me dolía la cabeza. Realmente lo que quería era estar sola. Mis pies me llevaron hasta el lago negro, un lugar misterioso, de aguas negras y heladas, como yo. Pero para mi sorprensa a quien me encontré allí fue nada más y nada menos que a uno de mis quebraderos de cabeza: Rodolphus, mi prometido. Sonreí ladina y me acerqué a él, por detrás, sigilosamente. Le tapé los ojos con mis manos.-¿Quién soy?-susurré a su oído, en ese tono perverso que me caracterizaba.

Me quedé mirando el lago durante un rato. Sus aguas eran misteriosas e inquietantes, y por si fuera poco allí habitaba el calamar gigante. Sonreí levemente al recordar las muchas veces que había amenazado a otros alumnos con echarlos al calamar. Suspiré lentamente mientras una suave brisa alborotaba mi cabello. Noté entonces que unas manos tapaban mis ojos, y antes de oirla hablar su perfume embriagador ya me había llegado. Escuché sus palabras con una sonrisa ladeada. ¿Cómo no iba a saber quién era?

-No es difícil saberlo... -musité sin volverme, y poniendo mis manos sobre las suyas y retirándolas despacio de mis ojos. Me di la vuelta para mirar a la persona que hacía que mi corazón, por lo general frío y cruel, se retorciese y saltase en mi pecho. Esbocé una sonrisa más amplia. Nos habíamos cruzado un par de veces desde la vuelta de las vacaciones, pero no habíamos tenido apenas oportunidad de hablar.
-¿Cómo va todo? -pregunté mirándola directamente a los ojos. A pesar de que estábamos comprometidos, nuestra relación nunca había sido tan cariñosa como se debería suponer. Y no porque yo no quisiera. Pero claro, era mucho pedir que Bellatrix Black se mostrara dulce y empalagosa con alguien. Aún así no podía negar que me encantaba esa mirada gélida y esa pose cruel.

Cuando se giró para encararme nuestras miradas se encontraron. No pude evitar notar como sus ojos azules atravesaban los míos en una penetrante mirada, la que siempre me dedicaba Rodolphus. No podía negar que era muy atractivo, de los más atractivos de todo Hogwarts y yo debía sentirme afortunada de que fuera mío. Sin embargo yo era tan sumamente orgullosa que no dejaba nunca que nadie viera un ápice de alegría o debilidad por mi parte debido a otra persona. De hecho apenas me mostraba cariñosa con mi prometido, a pesar de que ya habiamos tenido nuestros encuentros nocturnos, aunque eso si, pocas veces. Me gustaba hacerme desear...

Solté sus manos lentamente, pues me las había tomado para apartarmelas de sus ojos y aun seguían agarradas.-Como siempre, Roddy... -Contesté con el mismo tono que anteriormente, sonriendole levemente.-Esta mañana me encontré con Lucius, estuvimos hablando un rato... me parecio raro que no estuvieses por allí...-Alegué y, de forma distraida, subí ambas manos hasta su corbata, jugueteando con ésta.-¿Qué tal el verano?-Pregunté sin dejar mi jugueteo de lado.

Sonreí levemente al ver su mirada. Tan gélida como siempre. ¿Acaso pretendía que cambiara? Además, a mí me gustaba así. De todas formas, detrás de esa máscara fría y sin emoción había una chica que podía ser cálida y receptiva. Pero claro, tenía que mantener la pose de chica dura y sin sentimientos. Retiró sus manos de las mías lentamente, como esperaba que hiciera.
-Esta mañana me levanté más temprano que de costumbre -dije encogiéndome de hombros- De hecho ni Reg ni Lucius estaban despiertos - me había costado dormir bastante y a eso de las siete de la mañana me había despertado y no pude volver a dormir, así que fui a estirar un poco las piernas por el bosque.

Sonreí distraídamente cuando me preguntó por el verano, y dejé que jugueteara un rato con mi corbata -Bueno, digamos que no estuvo mal -musité lentamente. En realidad la había echado bastante de menos, pero eso no iba a decírselo- ¿Y el tuyo? -pregunté con curiosidad. Sabía que había pasado las vacaciones con el resto de su familia. Reg me había contado que habían ido todos juntos a pasarlas a la playa.

Escuché sus palabras mientras me mantenía distraida jugando con su corbata, y sin apartar mi mirada de la suya. Pero entonces, cuando me preguntó por el verano no pude evitar bajar mis manos de aquella prenda lentamente, desviando la mirada lo que apenas fue un segundo. La imagen de Sirius apareció en mi cabeza, haciéndome recordar lo que había pasado entre ambos a mitad de verano, más o menos. Podría decirse que era la primera vez en toda mi vida que me sentía culpable de algo. ¿Cómo había podido caer en las redes de mi primo, el traidor a la sangre, al que siempre repudié? No, no podía dejar que ese sentimiento me atormentara, no podía dejar que nadie lo notara... Y mucho menos que se repitiera. Miré de nuevo a Rodolphus, sonriendo ladina, como si nada hubiese pasado.-Pues imaginate... con toda la familia en una playa paradisiaca.-Contesté mientras me recogía un mechón de mi pelo negro tras la oreja.-Se me hicieron más largas de lo que me hubiese gustado..-Me mordí el labio inferior ligeramente y acorté un poco la distancia entre ambos, casi de forma imperceptible.-¿Me echaste de menos..? -pregunté con una sonrisilla traviesa. Estaba segura de que mi actitud para Rodolphus era desconcertante. A veces tan fría y distante y otras tan insinuantes. Pero así era yo.

Noté que su mirada se desvió por unos breves instantes cuando le pregunté por su verano. Había algo en su rostro que me hacía pensar que no estaba todo bien, que le pasaba algo, pero no insistí. No era mi estilo mostrarme constantemente preocupado por ella, aunque en mi interior sí lo estuviera.
-Vaya, tal como lo dices parece como si hubiera sido un suplicio -sonreí mirándola fijamente- Pero me alegra comprobar que el calor no te ha afectado demasiado, ¿o sí? -pregunté con una sonrisa inquietante. La había notado diferente desde que había vuelto. Aunque insistía en mostrarse como siempre yo notaba que algo había cambiado en ella.

Mi vista se desvió momentáneamente hasta sus labios, y rápidamente volví a llevarla a sus ojos - ¿Tú que crees?-dije cuando ella preguntó si la había echado de menos. Acaricié despacio su mejilla con el dorso de mi mano, de manera juguetona- ¿Y tú a mí, querida? -pregunté sonriendo peligrosamente.

-De hecho, fue un suplicio... -Rodé los ojos y solté una pequeña risita.-Las vacaciones con mi familia son siempre iguales, reuniones formales, momentos tensos... -Suspiré.-Lo de siempre... -Terminé y me percaté de la suave caricia que me proporcionaba su mano en mi mejilla y sonreí ladina al oir su última pregunta. ¿Le había echado de menos? Quizá si... Pero entonces, ¿por qué hice aquello con Sirius? ¡El Wishky de fuego fue el culpable de todo! Odiaba este extraño sentimiento de confusión mezclado con culpabilidad que se había formado en mi interior. Debía liberarme de el antes de que me hiciera débil frente a los demás.-Es posible... ¿por qué no lo averiguas tu mismo?-Le insinué descardamente a mi prometido. A veces podía ser muy directa en lo que quería, o por el contrario hacerme desear de una manera desesperada para mi acompañante. Pero esta vez necesitiba a Rodolphus, que me hiciera olvidar las dudas que habían aparecido por culpa de Sirius.

Acorté del todo la distancia entre ambos y subí mis manos por su torso, ascendiendo en una suave caricia hasta posarlas en su nuca. Acerqué mis labios a los de Rodolphus, rozándolos ligeramente, pero sin llegar besarle.

Sonreí levemente cuando explicó cómo habían sido las vacaciones con su familia -Una lástima no haber estado por allí, te hubiera ayudado a liberar tanta tensión -susurré descaradamente en su oído. Me separé un momento para mirarla a los ojos y vi aquella sonrisa ladina tan suya. Esa que me volvía loco y había extrañado tanto.
No pude evitar una pequeña risita ante su insinuación. Esos cambios de humor que tenía Bella me encantaban. Pasaba de ser un témpano de hielo a ser provocativa e insinuante en apenas unos segundos.
-Encantado -dije sonriendo. Noté que acortó la distancia entre nosotros y su perfume volvió a invadirme completamente. Me sentí levitar durante un momento al rozar sus labios. Estaba completamente equivocado si pensaba que no la había echado demasiado de menos. Me daba cuenta ahora de cuanto la había extrañado. Con todo el autocontrol de que fui capaz correspondí ese roce sin aumentarlo demasiado, entrando en el juego que ella quería imponer. No podía dejar que me notara tan desesperado.

Rodolphus se hacía el duro, podía notarlo, pero la expresión de su cara me decía todo lo contrario. Sabía que él me deseaba y yo no desaprovecharía la ocasión. Subí una de mis manos entrelazándola por su pelo, mientras la otra permanecía en su nuca, jugueteando con mis dedos por aquella zona. Sonreí ladina, traviesa, mientras seguía rozando sus labios. Tenía que reconocerlo, esos juegos con Rodolphus me gustaban, siempre me habían gustado. Y ahora le necesitaba, claro que eso a él no se lo diría, mi orgullo estaba por encima de cualquier cosa. Pasé mis labios de su boca, rozando su mejilla, hasta su oído.-Demuestrame que me has echado de menos, Roddy... -Le susurré al oído en un tono insinuante y porque no, sensual. Mordí el lóbulo de su oreja y pasé de nuevo a mirarle a los ojos. Sonreí perversamente y antes de que dijera nada le besé, aprisionando sus labios.

La forma en que me miraba y sonreía, las caricias, y sus movimientos... Todo, absolutamente todo de ella me hacía estremecer. Y aunque intentara mantenerme sereno ella sabía que me volvía completamente loco y no hacía nada para evitarlo. Es más, la motivaba a seguir enloqueciéndome.
Mis manos se deslizaron hasta sus caderas, atrayéndola un poco hacia mí, justo cuando habló, y sonreí traviesamente, sin poder quitarle los ojos de encima, y dedicándole una mirada de arriba a abajo, sin ningún tipo de rubor.
Cerré los ojos ante su sensual mordisco en mi oreja. Le devolví una sonrisa maliciosa, pero difícilmente me salían tan perversas como las suyas. Mi rostro tomó un aire divertido e iba a preguntar si me estaba desafiando justo cuando me besó. Sin más correspondí su beso y aumenté la intensidad del mismo a los pocos segundos.

Rodolphus cayó finalmente en mis redes, y yo me sentí satisfecha. Conseguí lo que quería. Tenía la esperanza de que él me hiciera olvidar el verano anterior, de que Sirius se esfumara de mi mente para siempre con los besos y las caricias de mi prometido. Así pues sonreí por lo bajo antes de notar como me aferraba de las caderas a su cuerpo, besándome con aquella intensidad que me dió pie a seguir con mi juego. Deslicé la mano que tenía en su nuca por su espalda, proporcionándole una caricia intensa, mientras mis labios se movían casi de forma salvaje sobre los suyos, recreándome en ello.

Por suerte el sol se estaba poniendo y pronto anochecería. Una suerte, pues dudaba que algún alumno se atreviera a salir del castillo por la noche. Más que nada porque estaba prohibido. No me apetecía que ningún cotilla nos interrumpiera.

Pasé la mano que tenía en su espalda a su abdomen y sin vacilar la introduje bajo su túnica, tocando ahora sobre su camisa. Sonreí ladina, separando mis labios de los suyos al sentir la necesidad de respirar. Le miré a los ojos, fijamente. Rodolphus me atraía, me atraía mucho... De nuevo le besé, esta vez, con mayor pasión que anteriormente.

La cercanía con el cuerpo de Bella me hacía volverme loco y no podía reprimir un estremecimiento de placer cuando noté sus labios sobre los míos con tanta voracidad, y las caricias que proporcinaba por toda mi espalda. Separé un poco mis labios para que maniobrara con mayor facilidad. Me sentía muy afortunado de estar con una de las chicas más atractivas y bellas de Hogwarts, para mí la que más. Y estaba comprometido con ella, por lo que ya era prácticamente mía.

Sentí su mano por debajo de mi túnica y con un movimiento rápido me la quité de encima, quedando con el pantalón y la camisa del uniforme de Slytherin. Sus labios se separaron de los míos para tomar aire, y antes de que pudiera volver a reclamarlos volvió a besarme con mayor intensidad. Correspondí con la misma voracidad, dejando que mi lengua entrara también en el proceso. Al parecer me había extrañado tanto como yo a ella. O quizá no. Con Bella era imposible saberlo, muy difícil averiguar qué pensaba o sentía en cada momento. Mis manos rodearon su espalda pegándola más y acariciándola.

No vacilé en mirarle cuando se deshizo de la túnica. Al parecer no pretendía dejar las cosas en un simple beso, y yo tampoco. Cuando nos besamos de nuevo dejé que su lengua jugara en el interior de mi boca a su antojo, introduciendo yo la mía en la suya. La voracidad del beso aumentó casi sin darme cuenta, y mis manos traviesas comenzaron a deshacerse del nudo de su corbata casi de forma desesperada.

No era el sitio para pasar a mayores, pero, ¿desde cuando me importaban a mi esas cosas? Las reglas, la moral y la ética estaban muy por debajo de mi. De todas formas no sabía que prentendía Rodolphus. Pero eso si, disfrutaría de lo que fuera al máximo.

Una vez que me deshice de su corbata pasé a su camisa, tomándole de ésta, dispuesta a desabrocharle los botones. Sin embargo no lo hice, esperando a ver su reacción. Sentí como me pegaba a él del todo y como nuestros cuerpos se rozaban al hacerlo. Un pequeño suspiro escapó de mis labios, chocando directamente con los suyos.

Mi lengua buscó la suya con voracidad, intentando entrelazarlas juguetonamente. Cualquiera que conociera a Bellatrix diría que es imposible que una chica tan fría y cruel pudiera desprender tanta fogosidad. El beso se volvió más apasionado, y sentía que la situación se escapaba a mi control. Como odiaba yo eso... Y con Bella me pasaba mucho más a menudo de lo normal.

Sus manos empezaron a quitarme la corbata con desesperación, hasta deshacerse de ella. Sonreí mirándola pícaramente cuando llevó sus manos a mi camisa, pero no quitó ninguno de los botones. La miré interrogante y reparé entonces en dónde estábamos. Si continuábamos sería un poco arriesgado, quizá era mejor detenernos antes de meternos en un lío. El suspiro que soltó hizo que mi cabeza volviera a perderse. ¿Cómo podía pensar en parar?

La miré encogiéndome de hombros e introduciendo mis manos por debajo de su camisa juguetonamente. Si no quería que siguiéramos allí sólo tendría que decirlo. Aunque sabía que ella era bastante amiga del riesgo y del quebrantamiento de normas.

Nuestras miradas se cruzaron, interrogantes. No hizo falta que dijera nada para hacerme saber que él también tenía sus dudas para seguir o para parar en ese instante. Sin embargo cuando yo quería algo, lo conseguía. Fuera como fuera. Y en ese momento le quería a él. Sentí la calidez de sus manos cuando las introdujo bajo mi camisa, dejando escapar otro pequeño suspiro ante aquello. Definitivamente me lo estaba poniendo facil para dar rienda suelta a lo que mi mente estaba maquinando.

Le tomé del cuello de la camisa algo brusa y comencé a caminar hacia atrás, apenas unos pasos, guiandole conmigo. Mi espalda terminó chocando contra el tronco de un árbol y con Rodolphus delante quedé acorralada. Volví a besarle y esta vez no dudé en comenzar a desabrocharle la camisa.

Una maraña de sensaciones se juntaron cuando nuestras miradas se cruzaron. Por un lado estaba el riesgo y el peligro, y por otro la necesidad que tenía de ella. Además, el riesgo sólo hacía la situación mucho más interesante. Mis manos acariciaron cada centímetro de su piel por debajo de su camisa, como condicionándola a que continuara.

Dejé que me guiara a donde quisiera, y en su brusquedad noté que el deseo nos parecía invadir a ambos. Paró de caminar cuando su espalda chocó contra el árbol, circunntancia que aproveché para acorrararla con mi cuerpo contra el árbol, volviéndola a besar con intensidad, prácticamente devorando sus labios. Una de mis manos se deslizó hasta una de sus piernas, acariciándola pasionalmente, mientras que la otra seguía jugueteando debajo de su camisa. Sus manos empezaron a desabrochar cada botón de mi camisa y mi piel se erizaba con cada roce con la suya.

Sin ninguna duda Rodolphus sabía como tocarme para hacerme sentir mil sensaciones placenteras, y eso que solo era el comienzo. Me sentí atrapada entre su bien formado cuerpo y el árbol, algo que me encantó. Por más masoquista que pudiese sonar, sentirme indefensa bajo sus manos en ese instante me excitaba. Al sentir su mano en mi pierna me mordí el labio inferior, sensualmente, y casi de forma involuntaria posé mi mano sobre la suya, apretandola contra mi muslo para que me tocara más intensamente. Le dejé la tarea y volví a dedicarme a su camisa, la cual terminé de desabrochar al momento. Se la abrí un poco y mis ojos se posaron sobre su torso, medio desnudo. Volví a morderme el labio y sonreí ladina. Deslicé mis manos por este, rozando mis uñas por toda su extensión. De nuevo le besé con pasión, y una de mis manos descendió hasta llegar a su entrepierna, apenas rozándola con un par de dedos, por encima del pantalón, muy sutilmente.-Estamos jugando con fuego... ¿lo sabes?-Susurré sobre sus labios.

La noche, por fin, adornó el cielo al completo y pronto el sonido de los grillos era lo único que se escuchaba en el lago negro. Bueno, eso y a nosotros...

Mi cuerpo reaccionaba a cada movimiento de sus manos, de sus labios. Reaccionaba pidiéndome continuar con eso, deseaba seguir. Al notar su mano sobre la mía incitándome a tocarla con más intensidad subí un poco la mano por su muslo y lo apreté con deseo, alzando levemente su pierna para acomodarla a un lado de mi cuerpo. Mis labios pasaron de su boca a su cuello, mordisqueándolo y succionando suavemente. Sonreí inconscientemente al sentir su mano recorrer mi torso y la miré con intensidad. La mirada que me dirigía podía parar el mundo perfectamente. Ella era capaz de volverme loco con sólo una mirada.

-Siempre he sido un poco pirómano, cariño -musité con una sonrisa mezcla de diversión y excitación. Me estremecí casi imperceptiblemente cuando noté que me rozaba la entrepierna y ataqué sus labios con pasión, dejando que la mano que estaba en su muslo subiera un poco más, pegándola a mí.

Sonreí traviesa y perversamente cuando me dijo aquello. Acababa de firmar su sentencia, ya no había vuelta atrás. Más le valía no aparecer a ningún estupido por allí o recibiría los golpes de mis crucios. Cerré los ojos cuando sentí sus besos y sus pequeños mordiscos por mi cuello, definitivamente una de mis zonas más sensibles, lo cual me hizo suspirar varias veces. Sin embargo me encantaba jugar con él en estos momentos, notar como se retorcía de deseo por mi, y haría lo que fuera por verle suplicar. Sonreí ladina y acerqué mi labios a su oído, al momento en el que mi mano apretaba su entrepierna, sobre el pantalon.-Eres tan perverso... -Susurré en el tono más sensual e inocente que pude poner.

Le miré a los ojos, soltando su parte íntima y notando como me pegaba de nuevo a él. Nuestros cuerpos se rozaban al completo y cerré los ojos, disfrutando de aquellas caricias que su mano me proporcionaba por mi pierna, deseando que subiera del todo.

Su sonrisa perversa me hizo estremecer. Pero no de miedo, sino de excitación. Ese brillo en sus ojos sólo podría presagiar algo bueno. sonreí levemente cuando la oí suspirar a causa de mi juego en su cuello. Me encantaba hacerla sentir yo eso. Me hacía sentir muy especial por lograr esa reacción en ella.
No pude controlar un escalofrío de excitación cuando me susurró el oído y apretó mi entrepierna. ¿Podía existir en el mundo alguien que me hiciera sentir tantas sensaciones juntas? Lo dudaba mucho.
-Tú no te quedas atrás, querida -respondí con voz ronca por la excitación. Puse mi mano en su otra pierna alzándola también y haciendo que quedara enroscada en mi cintura, de manera que nuestras caderas quedaran pegadas. Mis manos contornearon su figura hasta llegar a sus pechos, y me detuve en ellos acariciándolos por encima de su camisa con una sonrisa pícara.

Sonreí ladina al oirle y en cuanto alzo mi pierna me sujeté de su nuca con mis manos, manteniéndome más firme para no caer, aunque la presión que hacía el cuerpo de Rodolphus contra mi y el árbol me mantenian bien sujeta. Apreté un poco mis piernas alrededor de su cintura, para que nos rozaramos aun mejor. Noté la dureza de su parte íntima, y, al percatarme de ello sentí que la ropa nos estorbaba a ambos de sobremanera. Sin embargo el lugar no era el apropiado para deshacernos de toda al completo, pero si lo suficiente como para poder hacer lo que ambos nos moríamos de ganas.

Dejé que sus manos pasaran a su antojo por mi cuerpo, y cuando acarició mis pechos sobre mi camisa un pequeño gemido, casi imperceptible, salió de mi boca. Quería que Rodolphus gritara que me deseaba, pero por un momento pensé que era yo la que estaba cayendo en sus redes. Atraje su rostro al mío desde su nuca y le besé con fogosidad, jugueteando con su lengua.

Sentí que una corriente eléctrica recorría mi cuerpo cuando Bella apretó sus piernas alrededor de mi cintura, haciendo que nos rozáramos de una manera enloquecedora. Hice que nuestras caderas se volvieran a rozar, aumentando el deseo que sentía. Mis manos desabotonaron los botones superiores de su camisa, dejando algo más a la vista. Sonreí ante su gemido. Estaba consiguiendo hacer que me deseara tanto como yo a ella.

Correspondí su beso con la misma fogosidad y pasión. Mi lengua jugaba con la suya, huyendo de ella sólo para que la atrapara una y otra vez. Hice un poco más de presión con mi cuerpo -Bella, me vuelves loco- solté inconscientemente mirándola con intensidad. Había hablado más de la cuenta, pero me daba igual. como para que pasara desapercibido me separé un poco de su cuerpo sin dejarla caer, sólo para colar mis manos por debajo de su falda y darles espacio de maniobra.

En cuanto oí sus palabras sonreí ladina, había conseguido lo que quería y Rodolphus me lo había confirmado. Besé sus labios con pasión en cuanto le oí, deborando sus labios. Yo también estaba loca por sentirle, porque fueramos uno allí mismo. Pero claro, eso no iba a dejarselo saber, al menos no en principio... Era demasiado orgullosa. Sin embargo cuando sus manos se introdujeron por debajo de mi falda me estremecí. Sentí un placentero hormigueo recorrer toda mi piel, él estaba tocando tan cerca de mi intimidad que el solo hecho de imaginarme lo que podía hacer me hacía delirar.

Acerqué de nuevo mis labios a su oído, lamiéndoselo y mordisqueando el lóbulo de éste.-Me muero porque me hagas tuya... -Susurré provocativamente antes de pasar a mirarle de nuevo a los ojos, dedicándole una mirada penetrante y traviesa, mientras me mordía el labio inferior. Bajé una mano por todo su torso, sujetándome a su nuca con la otra. Le acaricié una y otra vez hasta que, descaradamente, llevé dicha mano a sus pantalones, y con algo de dificultad debido a que mis piernas estaban en medio, le bajé la cremallera de éstos.

Su reacción ante lo que dije fue tan impulsiva que sólo pude corresponder ese beso con fiereza, deseándola más que nunca. Me había descontrolado, sí, pero ¿qué más daba ya? Si conseguía lo que estaba deseando, lo que llevaba esperando todo el verano. Mis manos juguetearon por debajo de su falda, haciéndose desear cada vez más. Sonreí con satisfacción cuando oí lo que me susurró de esa manera tan provocativa.

-No me lo digas dos veces, preciosa -dije sonriendo y mis labios bajaron hasta su cuello, mientras mis manos emepzaban a acariciar su entrepierna por encima de la ropa interior. Apenas estaba empezando y ya me sentía delirar por completo. Sus manos recorrieron mi torso haciéndome desear una y otra vez que bajaran más. Hasta que al final pareció escuchar mis pensamientos y bajó lentamente la cremallera de mi pantalón. Sonreí placenteramente y mis manos se deslizaron hacia el enganche de su sujetador, aflojándolo, para que mis labios pudieran empezar a jugar con más comodidad en sus pechos.